El pasado 31 de mayo se presentó en Madrid el último libro de Sixto J. Castro, profesor titular de Filosofía en la Universidad de Valladolid. En el acto participaron Jorge Luis Álvarez, director de la editorial San Esteban-Edibesa y Lydia Goehr, de la Universidad de Columbia.
Colección: ALETHEIA
Las artes, en sus diversas manifestaciones (pintura, música, teatro,…) nacen en los rituales religiosos. Posteriormente se independizan de la religión y se desarrollan autónomamente, aunque el lugar de su surgimiento está presente en todas ellas como una marca primera. Esta obra reflexiona sobre las interacciones que existen entre la estética y la religión. Presenta el modo en que la religión ha condicionado la teoría estética; y también en qué medida la estética influye en la religión.
«La relación entre arte y religión parece ser uno de los hechos que los filósofos dan por seguros en su investigación. Suele tomarse en términos de una cierta dependencia mutua de dos realidades independientes, cada una de las cuales opera con su tipo de razón particular. Sin embargo, la investigación que presento ‒la ‘teología estética’– pretende mostrar que, aplicando una razón abierta, podemos descubrir que esa dependencia es más que una cierta relación. De hecho, arte y religión, vistas bajo este prisma, son parte de una misma realidad que se piensa fundamentalmente en categorías teológicas que han devenido artísticas y, en un segundo momento, a modo de síntesis, de nuevo categorías teológicas de un modo nuevo. Esto, que ha podido pasar desapercibido durante buena parte de la reflexión filosófica sobre el arte, ha salido a la luz de modo claro en un número significativo de filósofos contemporáneos que piensan la obra de arte, de modo explícito, mediante estas categorías teológicas tradicionales filtradas por su aplicación a la obra de arte. De este modo, la razón teológica, que parecía ajena al análisis de la estructura íntima de la obra de arte, se revela como una herramienta que aclara esa estructura y que desvela la intimidad estructural de arte y religión. Aceptar esto supone pensar la obra de arte (bella o no bella) como un locus theologicus en cuanto tal y, al mismo tiempo, repensar el discurso teológico en términos de las categorías estéticas mediante las cuales se ha forjado la especificidad de la obra de arte en el pensamiento filosófico occidental».
Sixto J. Castro
Presentación del libro/